INTENTANDO EL XII MARATON DE ESPADAN

Y no llegué ni al km.11...en fin, qué se le va a hacer, a la próxima...

Bueno, la mañana amaneció como debía...a punto de llover y con un frio de la leche. Mis ganas estaban como las temperaturas, bajo mínimos. Para variar, como en las grandes ocasiones, estaba en uno de esos días en que te gusta ser mujer, de hecho estaba en el mejor de ellos, así que no estaba muy fina ya de por si. Recogemos a Nere y Julia y nos vamos a Segorbe.

Ya antes de salir, la wind de todos los años, el finito...y en una mini mochila llevábamos (bueno, la llevaba Miguel) el chubasquero gore...me los llevo todos y así acierto.

Salimos y como no, al km 2 ya estaba achicharrada...siempre me pasará igual, pero bueno, sé que luego hace falta. Vamos a la marcheta, pero yo ya me noto que no, que en cuanto hay un poco de subida, no voy ni cara al aire...así que seguiremos a la marcheta, a ver si el cuerpo se calienta y va a más. Pero no, no fue a más, sino que a partir del km 7 o así, empecé a notar nauseas, no estaba bien, no me encontraba fina, y para postre empieza a llover...empieza a rondarme la idea de dejarlo en el primer control, se lo comento a Miguel y me dice que me tome el ibu que llevaba para ver si me entono...pero ni asi.
La bajadita antes del pueblo me hace decidirme, lo dejo. Está lloviendo, pienso en lo que me espera (a veces es mejor no saberlo), el barranco, el pico....le digo a Miguel que lo dejo. Me mira y me dice que mejor me dedique al punto de cruz...en fin, llegamos al control, me pasa el chubasquero y yo me quedo allí. No tenía el día y punto.

Lo curioso fue que después de preguntar a los del avituallamiento si alguien se volvía a Segorbe y decirme que no, una familia se ofreció a llevarme de vuelta. Les digo que si, y me quedo allí esperando. Al momento aparecen Estela y Francis, y al acercarme a animarlas me dicen que qué hago allí, les digo lo que ocurre y me dicen que lo dejan, así que allí estamos las tres un ratillo y decidimos volver trotando por la carretera a Segorbe. Siete kms y pico de trote hasta llegar al pabellón. Una vez allí, duchita con agua calentita y a esperar a la gente.
La verdad es que fue un poco chasco porque no fue el día como lo esperaba, pero me lo pasé bien, y al fin de cuentas de eso se trataba. Vimos entrar a los máquinas que nunca vemos llegar, estuvimos esperando a los mortales y los que allí quedábamos nos montamos un picnic de lujo con cocas, vinito, tarta, pastitas y moscatel...de lujo oye.
Lo curioso del tema, es que viendo ayer en casa los tiempos, iba un par de minutos mejor que el año anterior, me consuela pensar que algo he mejorado...

Lo mejor el regalo, un polar que con el día que hizo...como que nos fue de lujo. Juré y perjuré que el año que viene nada de nada, pero al final dijeron que seguramente la iban a cambiar de fecha, así que hay opciones de que la vuelva a hacer...aunque en noviembre igual puede caer una nevadita, siempre hay menos opciones!!